miércoles, septiembre 27, 2006

Momento de amor

Se metieron en la fiesta, entre tanto bullicio musical, todos juntos. Aparentemente todo estaba igual que en otras ocasiones: los amigos eran los mismos, la música seguía el ritmo de la semana anterior, la luz era similar… ¿Todo igual?. Sólo aparentemente, porque él ya traía su corazón acelerado, una alegría que le desbordaba el alma por momentos, sabedor de lo que iba a ocurrir. Intuía que ese era el momento, los segundos que le cambiarían su existencia, la felicidad al alcance de un instante, un susurro, un gesto… Unos minutos más tarde se le desbordaba la vida y ya no pudo más. Disimuladamente, entre todo el gentío, extendió sus dedos hacia los de ella hasta rozarse. Ella abrió su palma y los recibió generosa. Fue en ese momento cuando sus corazones batieron alas al unísono saliendo de allí hacia una isla desierta…para siempre.

viernes, septiembre 22, 2006

Tú fuiste sol

Yo creía que los girasoles miraban siempre al sol pero me hiciste dudar si era cierto o no. Yo te quiero dar las gracias por hacerme dudar de lo aprendido, por contagiarme tu sonrisa y tu alegría, por hacerme descubrir un mundo que creía perdido. Te quiero dar las gracias por los momentos que no supe aprovechar, por confiar en mí y en lo que te podía ofrecer. Te quiero dar las gracias por cada uno de los instantes que compartiste a mi lado. Yo fui el girasol que no supo contemplar el sol que tenía delante, engañándome a mí mismo cuando mi savia ya circulaba a distinto ritmo, sin tan siquiera darme cuenta. Yo fui el culpable de que te apagases. Yo quería continuar girando a tu lado, así, mirándote a los ojos, y no dejar de hacerlo jamás pues tú fuiste pura vida para mí. (¡Y tú sin saberlo!). Yo quería ser tu girasol perfecto, demostrarte de lo que soy capaz, beber tu luz y tu energía, ser ya inseparables. Pero el tiempo te llevó y se hizo de noche. Ahora sé que los girasoles miran siempre al sol. Los que no lo hacen es porque lloran desconsolados a ver si el nuevo amanecer te trae de nuevo.

martes, septiembre 19, 2006

Mi corazoncito


Dime ¿Cuántas veces nos quedan de hacer las cosas mal? Porque mi corazón va camino de finiquitar las que una existencia puede aguantar. O al menos eso me parece cuando así siente, que me encoge la vida por momentos. Ven. Ven y siéntelo. No hay forma de enseñarle por más que yerra. Le tocó otra vez. Le pongo una canción y se emociona, le dibujo un sol y me lo nubla, le canso a ejercicios y no come, bebo unas risas y él se emborracha de tristeza.
Yo quisiera acertar un día, solo uno, y enseñarle el otro lado, ese que tanto hemos soñado juntos y que pisaremos con fuerza. Los dos sabemos que existe. Arrastraremos de felicidad a todo el que se ponga por delante y nos dejarán finalmente hacer eso para lo que hemos venido a este mundo: amar.
Por eso, y a pesar de todo, yo a mi corazoncito no le cambio por nada. A ver quién es capaz de sentir como él lo hace, a ver quién es capaz de dar lo que él da, a ver quién ofrece más de lo que él ofrece...¡Que bien le conozco!
¿Sabes corazoncito? No cambies jamás. Anda, llora que te acompaño. Ya danzaremos la vida más adelante y regalaremos ese gran tesoro que albergamos ¿Para que lo queremos nosotros, verdad?.

jueves, septiembre 14, 2006

No hay dos iguales

No hay dos días iguales. Cuantas veces caprichosos por el día tan maravilloso que hemos pasado queremos repetir al día siguiente y poder vivir lo mismo, sentir aquellas sensaciones o reír de la misma forma. Ya no es igual. Siempre hay un “algo” que lo hará distinto, que nos impedirá lograrlo, no me digas que es. Lo preparas todo, parece que las cosas alrededor siguen el mismo patrón, que las circunstancias son las mismas, que los astros siguen en la misma órbita. Pero no. Algo pasa que no se recupera aquel color, aquella magia, ni la naturalidad de aquel momento. No hay dos días iguales así que no luchemos por conseguirlos. ¡Aprovechemos el de hoy!.

lunes, septiembre 11, 2006

Tus ojos

Hoy tus azules ojos me equivocan. Deslumbrantes, hay veces que me acogen con la mayor de las alegrías. La indiferencia que muestran en otras ocasiones me dejan friamente desolado. He de reconocer que los echo de menos, que me gustaría ver sus iris más de cerca y a diario, pero ellos se empeñan en girar tu vista demasiadas veces. Últimamente mi pensamiento vuela mucho hacia ellos y por un brevísimo instante siento alegremente que te pertenezco. Si se dan tus circunstancias voy corriendo para verlos y que tu veas los míos, pero siempre dudo como los encontraré ese día, si los pondrá en funcionamiento tu corazón o si quedarán congelados de nuevo. Un día tus azules pupilas irán hacia un camino u otro pero de momento…hoy me equivocan.

martes, septiembre 05, 2006

Olores que permanecen

Son las cuatro y media de la madrugada y el guía se ha levantado antes que nosotros. Apenas hemos dormido. Le sentimos y nos vamos preparando para la dura ascensión que nos espera impaciente. A 5.500 metros, la luz del alba comienza tenue a asomarse y el experimentado montañero se separa de la tienda de campaña, enciende una caja de incienso y desperdiga arroz al aire a la vez que implora a los dioses protección y permiso para visitar sus moradas. Estas montañas no nos pertenecen y solo deseamos contemplar sus mismas miradas desde ahí arriba, dominadoras, dejando que pequeños seres como nosotros caminen por sus hombros para así tocar el cielo y sentirnos, si cabe, mucho más minúsculos. Hoy todavía siento el incienso de aquel momento entrar por mis pulmones…

viernes, septiembre 01, 2006

Nuestras razas hermanas

¿Con que nos quedamos? ¿Con el color de la piel o con la majestuosidad de sus ojos?
Quizás es cuestión de fijarnos mejor, ahora que cada vez están más cerca.
Al fin y al cabo, todos somos seres humanos, y ellos no dejan de ser “nuestras razas hermanas”.
Mirémosles a los ojos pues…